martes, 10 de noviembre de 2009

RIESGO OPERACIONAL: Fraude Empresario


Los CEOs se sumaron al batallón de quienes cometen delitos contra sus empleadores. Aumenta el robo de mercaderías, de propiedad intelectual y de información sensible.
Sobornos a empleados para beneficiar a un proveedor, robo de activos físicos, lavado de dinero, balances fraguados e incumplimientos normativos son algunas de las variantes que, según el Informe Global sobre Fraudes desarrollado por The Economist Intelligence Unit a pedido de la consultora Kroll, más aquejan a las empresas a nivel global.
En la Argentina, toman fuerza el fraude o robo interno, el robo de información crucial, los delitos contra la propiedad intelectual y una nueva estrella: el conflicto de intereses en la propia Dirección de las empresas. "Este año ha crecido la cantidad de gerentes de área y hasta gerentes generales que se han viso involucrados en este tipo de temas", dijo Matías Nahon, CEO de la consultora en la Argentina, al presentar el informe.De acuerdo con el estudio 2009/2010, el 85% de los encuestados (700 empresas de todo el mundo) ha sufrido un hecho de este tipo. La frecuencia resultó casi idéntica a la arrojada en la encuesta del último año, mientras que la pérdida promedio por compañía se incrementó al pasar de USD 8.2 millones en 2008 a USD 8,8 millones en este ejercicio."En general, en América Latina la ocurrencia de fraudes ha decrecido, pero a nivel montos ha aumentado un 250%. La pérdida promedio por compañía durante los últimos tres años, USD 5,8 millones, continuó muy por debajo de la norma, pero fue más de dos veces y media mayor que la cifra del año pasado, de USD 2,3 millones", afirmó Nahon.Truchada albicelesteEn la Argentina, el fraude más común está ligado al interno, al empleado desleal que por falta de controles encuentra la manera de defraudar a la compañía en beneficio propio."Los controles suelen ser muy precarios. Los diseños de seguridad quedan en manos de las empresas de seguridad y se produce, a veces, la connivencia entre la seguridad y los empleados que perpetran este tipo de actos", señaló el ejecutivo, para quien la palabra clave es prevención.Así las cosas, sólo una de cada diez empresas en nuestro país toma medidas en este sentido. El 90% restante simplemente se decide a reaccionar cuando el delito ya fue cometido.En esos casos, la recopilación de las pruebas aparece como "el temón". Escuchas telefónicas sin autorización judicial, coacciones para lograr autoincriminaciones, falta de consentimientos y afines, pueden hacer que una acción legal naufrague.Así lo explicó Diego Gottheil, name partner de Gottheil & Suriz, al analizar los cuidados que se deben tener en la materia. "Normalmente el cuestionamiento de la validez de estas pruebas es por haberlas obtenido por medio de un procedimiento ilícito o cuando fueron realizadas en violación de una garantía constitucional", dijo.En términos procesales, esto puede dar lugar al planteo de nulidad de la prueba y a que, en algunos casos, se frustre el avance de la causa.Gottheil recorrió algunos casos frecuentes de fraude corporativo. El del empleado del banco que desvía fondos de cuentas de clientes a la suya y el de quien paga con la tarjeta ajena sus servicios, no son extraños. Sin embargo, los más llamativos son los que, según Nahon, vienen creciendo en lo que va del año. "Nos han tocado casos en los que el fraude los ha cometido el propio presidente de la compañía, junto con un director. Esto se suele dar en situaciones en las que el control se hace a distancia", reconoció Gottheil.Tanto en uno como en otros casos, la prueba definirá el resultado de la acción legal que se encare.Hay pruebas en las que se buscan los rastros que dejó una actividad. En esos casos habrá que tener cuidado en cuanto a la forma de conseguirla. Existe también otro tipo de prueba que se produce al efecto. Por ejemplo: si se sabe que una persona quiere extorsionar a una empresa, se tiende a grabar el encuentro. En todo caso, si la prueba proviene de un hecho ilícito, como la escucha ilegal de una conversación telefónica, no será tomada en cuenta al momento de analizar la conducta cuestionada en el juicio, explicó el penalista.Asimismo, recordó que nadie está obligado a declarar contra si mismo y que no sólo está prohibido exigir la confesión de manera coactiva, sino también que se ha entendido que el imputado, frente a un requerimiento, tiene que conocer los alcances de lo que se le está pidiendo.En términos prácticos: si se le solicita el disco rígido a un empleado sospechado, que firmó un convenio que habilita al empleador a hacerlo, se le debería informar que la información que de allí se obtenga podría ser utilizada en su contra en un juicio penal.En materia de correo electrónico, la justicia tiene dicho de manera contundente que se lo asemeja a la correspondencia protegida por la propia Constitución Nacional. Lo mismo establece la reciente Ley de Delitos Informáticos, con lo cual habrá que tener autorización del empleado para ver, incluso, sus correos entrados y salidos a la casilla corporativa.Como siempre queda la posibilidad de traficar información a través de un webmail, Gottheil recomendó lograr un consentimiento general y amplio por parte de los empleados para poder analizar su disco rígido. Esto, tecnología mediante, permitiría ver todas las pantallas recorridas por el usuario, incluso aquellas correspondientes a correos o documentos borrados. "Filosóficamente, el Código Procesal data de la Italia fascista de 1930. Estamos en el año 2009. Evidentemente, la forma de recolectar la prueba legalmente en un proceso penal a la luz de la modernización del delito, es como perseguir a los delincuentes con un Fiat 600, cuando ellos van en una Ferrari. Se los agarra, sí, finalmente, cuando pinchan una rueda", graficó a estricto título personal Oscar Amirante, Juez de Cámara ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 1 de la Capital Federal.Investigar, recordó Amirante, es recrear un hecho pasado en el presente, bajo ciertas normas de orden procesal y constitucional. Así las cosas, la celeridad y la verdad muchas veces quedan a un lado, mientras que lo malo termina por pelear codo a codo con lo peor.
Fuente El Cronista

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