sábado, 2 de agosto de 2014

Terrorismo: con el pago secreto de rescates, Europa financia a Al-Qaeda

BAMAKO, Mali.- Los billetes llenaban tres valijas: 5 millones de euros. El oficial alemán a cargo de la entrega llegó a esta capital a bordo de un avión militar prácticamente vacío y fue llevado con celeridad a un encuentro secreto con el presidente de Mali, que le había ofrecido a Europa una solución de compromiso para un problema molesto.
Oficialmente, Alemania enviaba ese dinero en concepto de ayuda humanitaria para Mali. Pero todos entendían que ese dinero iba destinado a un turbio grupo de extremistas islámicos que retenía como rehenes a 32 ciudadanos europeos, según informaron seis altos diplomáticos involucrados con el intercambio.
Las valijas fueron cargadas en camionetas y llevadas cientos de kilómetros al Norte, al interior del Sahara, donde los barbudos combatientes, que pronto se convertirían en una de las ramas oficiales de Al-Qaeda, contaron el dinero sobre una manta desplegada sobre la arena. Ese episodio de 2003 fue una lección para ambas partes. Ahora, 11 años después, aquel toma y daca de Bamako se ha vuelto un ritual, apenas una de las decenas de transacciones similares que se repitieron en todo el mundo.
Para Al-Qaeda, el secuestro de europeos para pedir rescate se ha convertido en un excelente negocio global, que financia sus operaciones en todo el mundo.
Aunque los gobiernos europeos niegan el pago de rescates, una investigación de The New York Times descubrió que desde 2008 hasta hoy Al-Qaeda y sus filiales directas se alzaron con más de 125 millones de dólares en concepto de rescates, de los cuales 66 millones se pagaron en 2012. En varios comunicados de prensa y declaraciones, el Departamento del Tesoro norteamericano mencionó montos de rescate que, sumados, rondan los 165 millones de dólares durante el mismo período.
Se trata de pagos hechos casi exclusivamente por gobiernos europeos, que derivan el dinero a través de terceros, a veces disfrazándolo de ayuda para el desarrollo, según las entrevistas realizadas a ex rehenes, negociadores, diplomáticos y funcionarios de gobierno en diez países de Europa, África y Medio Oriente.
En sus primeros años, Al-Qaeda recibía la mayor parte de sus fondos de donantes multimillonarios; los agentes del antiterrorismo creen que actualmente el grupo financia el grueso de sus gastos -reclutamiento, entrenamiento y compra de armamento- con el dinero pagado a cambio de la liberación de ciudadanos europeos. Para decirlo más groseramente, Europa se ha convertido en un financista involuntario de Al-Qaeda.
Al ser consultados, los cancilleres de Francia, Suiza, Austria, Italia y Alemania negaron haberles pagado a los terroristas.
"Los secuestros extorsivos se han convertido en la fuente de financiamiento más significativa que tiene el terrorismo", dijo, en 2012, el subsecretario de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro norteamericano, David Cohen. "Cada transacción es aliciente para una nueva transacción."
Y el negocio es floreciente: mientras que en 2003 los secuestradores recibían alrededor de 200.000 dólares por rehén, ahora la cifra puede alcanzar los 10 millones, la mitad de los ingresos operativos de la agrupación. "La toma de rehenes es una pegada", escribió Nasser al-Wuhayshi, líder de Al-Qaeda de la Península Arábiga, "algo que describiría como negocio rentable y un tesoro muy preciado".
Los relatos de sobrevivientes revelan que las tres filiales principales de la red terrorista -Al-Qaeda del Magreb Islámico, en el norte de África; Al-Qaeda de la Península Arábiga, en Yemen, y Al-Shabab, en Somalia- trabajan coordinadamente y usan un protocolo común de secuestros.
Sólo un puñado de países se resistieron a pagar, encabezados por Estados Unidos y Gran Bretaña. Aunque ambos países negociaron con extremistas -la muestra más reciente es el intercambio de prisioneros talibanes por el sargento norteamericano Bowe Bergdahl-, el límite que se han marcado es el pago de rescates.
Es una decisión que no ha estado exenta de funestas consecuencias. Mientras que decenas de europeos fueron liberados ilesos, muy pocos norteamericanos y británicos han salido vivos. Unos pocos afortunados lograron escapar o fueron rescatados por operativos de fuerzas especiales. El resto fue ejecutado o sigue retenido, indefinidamente.
"Los europeos tienen que rendir cuentas de muchas cosas", dijo Vicky Huddleston, ex subsecretaria de Defensa norteamericana para Asuntos Africanos y embajadora en Mali, en 2003. "Es claramente una política de doble cara. Pagan los rescates y después niegan haber pagado -dijo-. El peligro no es sólo que con eso se hace crecer el movimiento terrorista, sino que deja vulnerables a todos nuestros ciudadanos."
En 2004, un agente de Al-Qaeda, Abdelaziz al-Muqrin, publicó un manual de secuestros en el que destacaba la exitosa negociación de rescates con sus "hermanos de Argelia". Pocos años después, se produjo una división de la agrupación, y la filial iraquí empezó a capturar extranjeros para asesinarlos. En Argelia, el secuestro de turistas europeos tomó otro camino.
Usaron los 5 millones de dólares del rescate como inversión de capital para su movimiento, reclutando y entrenando a combatientes que ejecutaron una serie de ataques devastadores. Luego crecieron hasta convertirse en una fuerza regional y fueron aceptados como una rama oficial de Al-Qaeda, que los bautizó Al-Qaeda en el Magreb Islámico. Como los secuestros se convirtieron en su principal fuente de ingresos, afinaron y perfeccionaron esa técnica.
El 2 de febrero de 2011, cuando sus agentes del sur de Argelia detectaron a la turista italiana de 53 años Mariasandra Mariani, que contemplaba las dunas a través de sus binoculares, la agrupación ya tenía en funcionamiento un operativo muy aceitado.
Mariani luego se enteraría de que el grupo contaba con una infraestructura de suministros enterrada en la arena y marcada con coordenadas de GPS.
Una tarde, se detuvieron justo en lo más alto de una duna. Los combatientes sacaron unas palas y se pusieron a cavar. Al rato, la mujer oyó el ruido de un motor y súbitamente emergió una camioneta: tenían un vehículo enterrado en la arena.
"Fue ahí cuando advertí que no eran delincuentes comunes", dijo Mariani. Pasaron semanas, hasta que los captores le dijeron que le permitirían hacer una llamada telefónica. Le entregaron un guión de lo que tenía que decir y marcaron el número de la cadena de noticias Al-Jazeera.
Durante los 14 meses de su cautiverio, cada vez que los secuestradores sentían que la atención que concitaba el caso iba flaqueando obligaban a Mariani a grabar un mensaje.
Las familias de toda Europa empezaron a presionar a los gobiernos para que pagasen. Mariani fue finalmente liberada, junto con dos rehenes españoles, a cambio de 8 millones de euros.
Los negociadores creen que a estas alturas las filiales de Al-Qaeda ya saben cuáles son los gobiernos dispuestos a pagar.
De los 53 rehenes que, según se sabe, fueron capturados por las ramas oficiales de Al-Qaeda en los últimos cinco años, una tercera parte eran franceses. Y las naciones pequeñas, como Austria, Suiza y España, concentran más del 20% de las víctimas. Por el contrario, sólo se sabe de tres norteamericanos que hayan sido secuestrados por Al-Qaeda o sus filiales, apenas el 5% del total.
Cuando ya llevaba un año en cautiverio, en 2012, Mariani le dijo a su guardia que su modesta familia no tenía dinero y que su gobierno se negaba a pagar rescates.
"Los gobiernos de ustedes siempre dicen que no pagan -le dijo el guardia a Mariani-. Cuando vuelvas a tu casa, quiero que le digas a tu pueblo que tu gobierno sí paga. Siempre pagan."
Fuente La Nación Por   | The New York Times

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