domingo, 26 de diciembre de 2010

ARGENTINA: Primera Condena por Lavado de Dinero

Una empleada de comercio, su marido desocupado y su cuñado son el trío protagónico de algo que parecía ya una utopía: la primera condena por lavado de dinero que se conoce en el país, una década después de la entrada en vigor de la ley que impone penas de prisión, multas y decomisos para ese delito.
Lejos de las complejas transferencias internacionales, los grandes operadores bursátiles, la corrupción política, las poderosas corporaciones o los paraísos fiscales, la condena para los lavadores llegó desde Córdoba por una trama de alcance barrial. Los otros actores son un dealer que trabajaba de colectivero y su mujer, que montó un local de venta de ropa "trucha". Con los fondos que blanquearon del trío que fue condenado compraron de todo: una casa, departamentos, autos y camionetas, un restaurante, televisores de plasma y hasta una mesa de pool.
La falta de condenas por actividades de lavado era uno de los argumentos más simples y contundentes que afrontó el país cada vez que fue evaluado durante los últimos años por el principal foro intergubernamental del mundo, el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que volverá a reunirse a mediados de febrero para revisar la situación argentina.
El jefe de la unidad antilavado (UIF), José Sbattella, podrá exponer ahora la sentencia del Tribunal Oral Federal N° 2 de Córdoba, que condenó a la pareja de dealers (en ese caso, por el delito de narcotráfico) y al trío que se encargó de reintroducir el dinero en el circuito blanco (por lavado), según consta en la copia de la sentencia, dictada el 15 de este mes, que obtuvo La Nacion.
El trío de lavadores condenados abarca a María Eugenia Rodríguez, de 43 años, su marido Julio Guillermo Vallejo, un tucumano desocupado de 42 años, y el hermano de éste, Gonzalo Maximiliano Vallejo, un empleado cordobés, de 36 años, que se encargaron de blanquear el dinero obtenido por la venta de cocaína y marihuana en la capital cordobesa.
Los tres -no cumplirán penas de prisión efectiva por el monto de sus condenas- trabajaban para una banda de narcotraficantes que lideraba Jorge Guillermo Altamira -"el Gallo" o, más simple, "el Narco"-, y su mujer, Magalí Macarena Vallejo.
El vínculo entre los narcos y los lavadores era tanto familiar como laboral. Por un lado, porque Magalí Vallejo era hermana de Julio y de Guillermo; por otro, porque era la dueña de la tienda J&M, donde trabajaba su cuñada, María Eugenia Rodríguez. Repleto de ropa deportiva trucha y con ventas formales por 10.900 pesos durante 2005, 24.444 pesos al año siguiente y nada declarado hasta que lo cerró la policía en 2007, J&M sirvió para "dar apariencia de legalidad a la liquidez monetaria proveniente de la venta de estupefacientes", según el tribunal, "como así también utilizarlo de pantalla para esconder el verdadero negocio vinculado al narcotráfico".
El blanqueo fue sustancial, según corroboró la Justicia. Como dueña del local, Magalí Vallejo compró dos departamentos, una casa, dos autos, una camioneta, televisores plasma y equipos musicales.
A la par de ella, sus hermanos y su cuñada complementaron la reintroducción del dinero blanqueado, aun cuando los camaristas destacaron que "todos ellos [contaban] con un bajo nivel de ingresos y [eran] procedentes de sectores económicos carenciados". Por eso, concluyeron, actuaron como "testaferros" de "El Gallo" Altamira.
Bola negra
El blanqueo del trío incluyó la compra de "vehículos, bienes muebles e inmuebles y fondo de comercio". Es decir, un auto Volkswagen New Beetle, una camioneta Ford Ranger, el restaurante Como en Familia y hasta una mesa de pool por 5000 pesos.
"El fin de las actividades económicas que llevaron adelante los nombrados fue adquirir bienes con dinero proveniente del lavado de activos originado en el narcotráfico para, mediante su adquisición «legal»", destacó el camarista Carlos Julio Lascano, lo que refrendaron sus colegas José María Pérez Villalobo y José Vicente Muscará.
El jefe de la banda, Altamira, es un conocido delincuente cordobés. Entre otros motivos, porque ya arrastraba una condena previa por tenencia simple de estupefacientes, múltiples denuncias penales, dos investigaciones policiales simultáneas -una por la fuerza provincial y la otra por la Policía Federal-, y una larga lista de testimonios sobre él, su mujer y sus hijos, también detenidos.
Colectivero según su empleo formal, el tribunal concluyó que armó una asociación ilícita con su mujer, sus hijos Diego y José, un changarín conocido como "Boby"; un chapista ("Petiso"); un albañil ("Polvorita"); y una ama de casa a la que todos llamaban "la gorda Mary". Juntos vendieron kilos de cocaína y porros de marihuana en distintas casas y en la calle, y a través de mayores y menores de edad, incluido un chiquito al que apodaban "Pollito".
El tribunal convalidó el pedido del fiscal federal Carlos Gonella y terminó por condenar a Altamira a 6 años de prisión y a su mujer, Magalí Vallejo, a tres años en suspenso, mientras que el resto de la banda recibió entre 3 y 5 años de prisión cada uno, más multas, accesorias y costas.
Lo histórico ocurrió, sin embargo, cuando los camaristas también hallaron culpables a Julio y Gonzalo Vallejo y María Eugenia Rodríguez, y los convirtieron en los protagonistas de la primera condena por lavado de dinero en el país.
Les fijaron dos años de prisión y multas de $ 100.000 cada uno. Y ordenaron el decomiso de los autos, la camioneta, el restaurante, la casa, toda la ropa trucha... Y, sí, también la mesa de pool.
La Nacion Hugo Alconada Mon
Condena por lavado de dinero es de 2009
Fuentes de la Fiscalía Federal N° 2 de esta provincia afirmaron al medio La Manana de Cordoba que la condena por lavado de dinero a una familia de esta ciudad data de septiembre de 2009, aunque recién fue difundida ayer por el diario La Nación.
Según confirmaron desde la Fiscalía, el Tribunal Oral Federal N° 2 condenó a dos años de prisión a tres integrantes de una familia por lavado de dinero, en lo que sería la primera sentencia por este delito que se dicta en este país. La información rebotó incluso en las agencias de cables internacionales, aunque se trata de una noticia de cierta antigüedad, dato no aclarado por el mencionado periódico.
La falta de sentencias por lavado de dinero es una de las debilidades marcadas a Argentina por el Grupo de Acción Financiera Internacional (Gafi), el organismo intergubernamental que combate el lavado de dinero y la financiación de organizaciones terroristas, que volverá a reunirse en febrero para evaluar el caso argentino.

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